sábado, 7 de diciembre de 2013

Puerto Iguazú. La problemática de la Ciudad Clandestina.



Siempre se excusa de manera recurrente la incapacidad de los ciudadanos de comprender a la propia ciudad como tema político, social, económico y cultural; esta incapacidad, trae aparejada consigo los distintos fenómenos que pueden generarse debido a esta incomprensión.

Sin organizarse, no se puede avanzar.

Los problemas de Puerto Iguazú, tienen siempre una doble lectura. Por un lado se refieren a una cuestión política, la falta de planificación, la falta de previsión, la ausencia de un Plan Urbano, la pobreza intelectual de los actores políticos, que pretenden vender una MARAVILLA, pero ocultan la VERDADERA cara improvisada y marginal de LA CIUDAD; y por el otro, la total falta de sentido comunitario de sus habitantes. El sentido comunitario solo puede estimularse con el ejemplo de una buena gestión, de esta manera, el ciudadano puede ver a dónde va el aporte de sus tasas e impuestos. Sin GESTION POLITICA por parte de los funcionarios y sin SENTIDO COMUNITARIO por parte de los CIUDADANOS, podemos apreciar la realidad que nos toca vivir. Aun así, es evidente que durante muchos años el PROGRESO acompaño a PUERTO IGUAZU, de forma totalmente desordenada; la Ciudad, a falta de políticas territoriales, fue esclava de la voluntad de sus habitantes, crecer, crecer hacia donde se pueda, de cualquier manera, a cualquier costo.
El visible caos urbano, nos obliga a la reflexión, pero ni por  asomo estamos en vísperas de construir un debate político sobre como efectivizar el derecho a la tierra, a la vivienda (que desde 1994 tiene rango constitucional en la Argentina), a la organización, al ordenamiento territorial, a la planificación urbana.

Históricamente, los gobernantes, funcionarios y la comunidad en general, se amoldaron a la clandestinidad, Puerto Iguazú, creció como una Ciudad clandestina, presa de su situación de ciudad de frontera; su economía, su desarrollo y sus habitantes, se acostumbraron a la clandestinidad, situación que fue rectora de políticas y de desarrollo, el progreso, desordenado, pero progreso al fin.

El problema de la tierra en Puerto Iguazú se resolvió de la manera más "fácil": no existe como problema, o los gobernantes lo plantean de este modo:
Necesitan la posibilidad de vender o donar tierras de dominio municipal, convocan a un plebiscito (lógicamente y con criterio el pueblo se opone), pierden y salen a reprocharle al mismo pueblo la ausencia de soluciones. Me pregunto, como pueden pretender vender o donar tierras, con la ausencia de un Plan Urbano y la definición de los Usos de Suelo? 100 años después de la fundación de la Ciudad, se sigue construyendo la Ciudad de la misma manera, bajo el reino del caos.

La intrusión (tema recurrente gracias a la falta de voluntades políticas) según Marcelo Corti – Café de las Ciudades - es un típico fenómeno de clandestinidad urbana es la ocupación de terrenos periféricos a las grandes ciudades. Allí se asientan grupos marginados, en general migrantes internos y externos, o desplazados de los barrios centrales de la ciudad por distintos motivos. En épocas de expansión económica, como producto de la gran oportunidad de empleos y servicios que brindan las ciudades

En definitiva, la situación de clandestinidad no es solo un problema legal, sino que implica una concepción política y técnica sobre el espacio público, sobre el derecho a la ciudad, sobre los límites del derecho de propiedad, sobre la inclusión y la marginalidad en las ciudades.

Esto nos invita a pensar, que nos espera un futuro con muchos problemas, pero en definitiva, ¿cuál es el problema?

La parábola del hornero y la almeja. Carmelo Ricot ejemplifica con esta parábola el cambio de paradigma de la política argentina de vivienda, que bien podría servirnos de disparador de ideas en este momento:
El hornero es un pájaro de la pampa argentina, que construye su nido con barro y ramitas (una especie de horno de barro, muy protegido en su interior inaccesible, de allí su nombre). Es un ave que tiene muy buena prensa, la gente lo considera muy simpático y a nadie le molesta que anide en los lugares más insólitos. Durante la época en que la Argentina era un país con ascenso social permanente, en las escuelas se daba el ejemplo del hornero como auto constructor, a la manera de los esforzados inmigrantes que construían sus casitas durante años con el propio esfuerzo.
Con la llegada del neoliberalismo, este paradigma cambió por otro; una almeja se estrella contra los acantilados de Mar del Plata, en la costa atlántica, y se rompe su caparazón. Desnuda y desprotegida, se pone a llorar en la playa y otra almeja, de la misma familia (su hermana), la escucha y le pregunta que le pasa. La almeja accidentada le cuenta su drama y la hermana, solidaria y generosa, le responde: “No te preocupes, hermanita, mi caparazón es grande y tiene lugar para los dos, ven a vivir conmigo y no tendrás problemas, y seremos muy felices”. La almeja de caparazón roto se pone muy contenta por la oferta, y efectivamente se muda a la caparazón de su hermana, con quien de ahí en adelante vive muchos años de felicidad (esa extraña e inimaginable felicidad de las almejas).

La moraleja y el chiste del cuento (y el nuevo paradigma de la vivienda en Argentina) es que quien no tiene donde habitar, se puede ir a la concha de su hermana. Esa puede ser la respuesta a la problemática del intrusismo en Puerto Iguazú, ya que ante los hechos de público conocimiento en el Barrio Almirante Brown, se acercaron Policías, Fiscales, Jueces, Funcionarios de Acción Social; pero ¿y el resto?
Si cuando es necesario yo no cambio, con qué derecho esperaría que otros sí.
Nelson. Mandela
Autor: Arq. Walter Alejandro VERON.
Bibliografía.
Marcelo Corti Café de las Ciudades 2003
Saskia Sassen: una visita guiada a la Ciudad Global